Una lección de política recibieron muchos medios de comunicación: no precipitarse ante los sondeos de opinión de voto sino más bien aguardar hasta que los votantes se hayan decidido, porque ellos no se dejarán influenciar por las encuestas.
Ninguna encuestadora indicó que Hillary Clinton ganaría las elecciones de New Hampshire para la candidatura demócrata a la Casa Blanca de los Estados Unidos. ¿Qué pasó?
Días antes el afroamericano Barack Obama escribió historia ganando en Iowa. Hillary Clinton quedó tercera: sufrió y lloró. Esas lágrimas, fueron difundidas incontables veces por la televisión originando una especie de solidaridad entre las mujeres. Pues a una mujer que llora se le abraza, se le da valor con una palmada al hombro. Sin embargo, para muchos analistas significó una debilidad. Una llorona sería inepta para dirigir una potencia. Pero Hillary radiante resurgió de las cenizas como el ave fénix, simbolizando la segunda oportunidad. Ella que conoce la Casa Blanca por fuera y por dentro tendrá que seguir luchando. Pues para ocupar el puesto más poderoso del planeta se tiene que arar voto por voto.
El joven senador de Illinois personifica como nadie el gran deseo de cambiar la cultura política de los Estados Unidos. Pero la senadora de New York afirma: “El cambio se hace con hechos y no hablando generalidades.”
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