(Elecciones presidenciales 27 de Diciembre del 2007)
Acusaciones de fraude electoral han llevado a Kenia al borde del abismo. Entre vecinos se incendian y se masacran. Las relaciones entre esposos, familiares y amigos se rompen. El odio aumenta en este conflicto étnico.
Kenia, un paraíso turístico, tiene que ser consciente que las matanzas acabarían con la industria turística, que es su segunda fuente de ingresos.
Los seguidores del presidente Mwai Kibaki, del Partido de Unidad Nacional, han desmentido las acusaciones de fraude y acusaron a su vez al opositor Raila Odinga, del Movimiento Democrático Naranja, de haber manipulado los votos en sus feudos.
Europa no debe estar en largas discusiones si se trata de un genocidio. Europa y Estados Unidos son indirectamente responsables de este desborde irracional. Fue una metida de pata cuando los Estados Unidos y los ingleses reconocieron precipitadamente los resultados donde Kibaki salía reelegido. Así no se brindó un buen servicio a la democracia. Entretanto ellos están retirando sus declaraciones. Con esa ineptitud desaprovecharon el valioso tiempo. Han dejado transcurrir horas y muchas personas inocentes perdieron sus vidas. Es preocupante que los observadores de los Estados Unidos no cumplieron a cabalidad con sus funciones cuando las claras evidencias de fraude y corrupción fueron mostradas por la televisión.
Sospechosamente el recuento de votos fue anunciado tardíamente, desatando violencias, mientras tanto los observadores se limitaban a decir que era un día trascendental a favor de la democracia.
Muchos keniatas criticaron a las organizaciones por actuar con demasiada cautela.
Los enfurecidos partidarios de la oposición, consideraron que su victoria les fue robada y al sentirse abandonados por la Comunidad Europea y los Estados Unidos, de pura rabia no les quedó otra que armarse con palos, piedras y atacar a machetazos.
Mariluz Paucar
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